La gastronomía está íntimamente ligada a la historia de los pueblos, un ejemplo de ellos,
son las enchiladas mineras, platillo típico de la colonial ciudad de Guanajuato.
Cuenta la historia que en la época de la colonia, uno de los oficios más desgastantes
físicamente, era la minería, ya que los mineros trabajaban por espacio de más de 12
horas en el centro de la tierra, por lo que las galereñas les preparaban un almuerzo que
pudieran llevar a la mina.
“Por la tradición de que las galereñas, las esposas de los mineros le ponían de lunch a
sus esposos: maíz, la masa molida en metete con chile guajillo, les ponían el taquito con
frijol adentro”, afirmó Maricruz Samacona Corona, cocinera tradicional de Guanajuato.
Eduardo Vidaurri Cronista de Guanajuato nos cuenta que “En este caso es esencialmente
un platillo que era consumido por los mineros desde la época colonial. . . y lo que se
estilaba era preparar unos pequeños tacos con una tortilla enchilada en salsa de chile
guajillo, que les colocaban cacahuates, o frijoles o en algunos sacos viceras y estos
platillos se montaban en un paño que servía para preparar el itacate y podría ser
conducido al interior de la mina”.
Con el paso de los años, este platillo se fue modificando y saltó de los túneles de las
minas, a los puestos callejeros y después al mercado de Gaviria, a un costado del
mercado Hidalgo, en el centro de Guanajuato.
En ese tiempo eran enchiladas únicamente con chile, queso, papa, zanahoria y traían
menudencia, que podía ser pata, hígado, mollejas de pollo, que vienen del origen del taco
minero.
La preparación de la salsa, que es la base de la enchilada, es un secreto que ha pasado
de generación en generación. Con el tiempo se le han agregado algunos
acompañamientos a sugerencia de los comensales.
Para quienes las prueban por primera vez es un platillo con un sello particular. Con los
siglos, este platillo ha dejado las minas guanajuatenses para llegar incluso a ser un platillo
gourmet, pero sin perder su origen